Por qué “Eres lo que comes” puede ser una mentira

Probablemente, en alguna ocasión en la vida, algún padre, profesor o incluso tu médico bien intencionado te habrán dicho que es importante comer sano porque “somos lo que comemos ” . Este mantra popular existe desde hace décadas y se utiliza para ayudar a la gente a entender la importancia de los alimentos para la salud y el bienestar general. Sin desacreditar el impacto de los alimentos, mi opinión es que este mantra es más un mito que una verdad.

Por supuesto, podemos argumentar que somos lo que comemos a nivel celular. Los nutrientes de nuestros alimentos se utilizan para el crecimiento, la reparación, el desarrollo, la reproducción y la construcción de un sistema inmunológico fuerte. Gracias al Proyecto Genoma , también sabemos que los alimentos que comemos afectan a nuestros genes, y nuestros genes afectan a cómo respondemos a los alimentos. En pocas palabras, no es tan simple como “comer grasa te hará engordar”.

La ciencia de la nutrición es compleja y, a veces, nos equivocamos. Estudios recientes ilustran el hecho de que muchas de las “reglas” que seguimos hace una década para comer de manera saludable (por ejemplo, dietas bajas en grasas) eran erróneas, especialmente en lo que respecta a la relación entre la grasa y el riesgo de enfermedades cardíacas. Las investigaciones actuales muestran que el consumo de azúcar es probablemente un indicador más importante del riesgo de enfermedades cardíacas que la grasa.

La salud intestinal es otro aspecto importante del dilema de “somos lo que comemos”. Puede que tenga más sentido cambiar el mantra a “somos lo que absorbemos ”. Un intestino sano es necesario para que los nutrientes que ingerimos sean realmente absorbidos y utilizados por el cuerpo en su totalidad. Esta capacidad puede reflejar con mucha más precisión nuestra capacidad para prevenir enfermedades y mantenernos sanos a largo plazo.

Entonces, ¿deberíamos comer lo que queramos y esperar lo mejor?

No, en absoluto. La comida es más que una fuente de nutrientes y nuestra relación con ella es tan compleja como la ciencia de la nutrición. La comida tiene el poder de afectar cómo nos sentimos con nosotros mismos y nuestra perspectiva de la vida. Si tomamos este mantra demasiado en serio, puede promover una expectativa demasiado rígida de lo que es una “alimentación saludable”. Esto puede generar sentimientos de juicio no solo por parte de la sociedad sino también de nosotros mismos. Cuando no cumplimos constantemente con los requisitos de “salud”, podemos sentirnos culpables. Esto tiene el potencial de crear prácticas alimentarias desordenadas que, en última instancia, pueden hacer más daño que bien a nuestra salud a largo plazo.

Además, la comida que comemos no es el único indicador de salud a largo plazo. Sabemos que otros elementos del estilo de vida pueden tener un gran impacto en la salud, como el ejercicio, el tabaquismo y el estrés. Si somos lo que comemos, también podemos ser cómo actuamos y cómo pensamos. Entender cómo responde la química de nuestro propio cuerpo a la comida que comemos es el primer paso para crear una salud de por vida. Una vez que determinemos qué alimentos nos hacen sentir bien, estaremos mucho más dispuestos a comerlos de manera constante. Es probable que esto sea diferente para cada persona. Lo que hace que su mejor amigo explote de energía puede agotar la suya. La alimentación saludable es relativa; alguien con una enfermedad autoinmune, problemas digestivos o artritis puede beneficiarse de evitar los cereales, mientras que para otros esto puede ser innecesariamente restrictivo.

Cuando hacemos dieta, solemos centrarnos demasiado en lo que no comemos y menos en lo que sí . Damos mucha más importancia a lo que no podemos comer. La esencia de “eres lo que comes” debería centrarse en los alimentos que consumimos , no en los que restringimos.

Tal vez adoptar una regla 80/20 para una alimentación saludable sea la mejor opción para la salud a largo plazo. Este principio reconoce que los nutrientes de los alimentos ayudan a nuestro cuerpo a funcionar de manera óptima, pero también permite que los alimentos contengan elementos que nos brindan alegría, como las galletas recién horneadas de mamá o la noche de pizza de los viernes.

La constancia y la moderación son de gran ayuda para mantener una buena salud durante toda la vida y prevenir enfermedades. En lugar de centrarnos excesivamente en nutrientes específicos o evitar grupos enteros de alimentos, es posible que nos convenga más comer alimentos que nos hagan sentir bien y comerlos la mayor parte del tiempo . Hacer este cambio de mentalidad en nuestra dieta puede cambiar la forma en que pensamos sobre la comida y, en última instancia, puede conducir a una mejor salud y a la pérdida de peso.

SUSCRÍBETE A NUESTRO BOLETÍN 
No te pierdas de nuestro contenido ni de ninguna de nuestras guías para que puedas avanzar en los juegos que más te gustan.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir