Lo más importante que debes saber sobre los alimentos reconfortantes

De todas las cosas que provocan antojos de comida reconfortante, el clima frío es bastante universal. Tener frío es profundamente incómodo y nuestro instinto natural es querer calentarnos por dentro y por fuera.

Pero, aunque tu instinto de mantener la temperatura corporal explique por qué no anhelas ensalada y gazpacho en pleno invierno, no te condena a cuatro meses de panqueques y macarrones con queso. Si entiendes lo que tu cerebro busca en última instancia, puedes atender tus necesidades más profundas sin tener que sumergirte de cabeza en el tarro de galletas.

En épocas de estrés físico y emocional, el cerebro anhela comodidad y seguridad. Los alimentos, en particular los que estimulan las vías de dopamina/recompensa en el cerebro (azúcar, grasa, sal), pueden parecer el antídoto perfecto en estas condiciones. Y, de hecho, pueden proporcionar un alivio temporal.

Las investigaciones han demostrado que los alimentos reconfortantes, definidos por cada persona, mejoran el estado de ánimo después de un acontecimiento estresante, pero hay un problema: los alimentos reconfortantes mejoran el estado de ánimo, pero no son mejores que cualquier otro tipo de alimento. Es decir, todos los alimentos son igualmente buenos para hacerte sentir mejor, ya sea que pienses que son especiales o no.

La idea de que algunos alimentos son especialmente reconfortantes es una ilusión cognitiva, probablemente impulsada por la dopamina y la dificultad que tiene el cerebro para tomar decisiones racionales cuando está bajo estrés. Esto significa que si puedes anticipar el deseo de alimentos reconfortantes, puedes prepararte para ello con una alternativa más nutritiva que sea igual de satisfactoria.

No te preocupes, no digo que no esté bien darte un capricho de vez en cuando. Come lo que te guste y no dejes que nadie te diga que no puedes. Lo que intento hacer es ayudarte a evitar tomar decisiones inconscientes que, en última instancia, te hagan sentir peor en lugar de mejor.

Quiero que te des cuenta de que lo que crees que quieres y lo que realmente quieres pueden ser muy diferentes, y tu cerebro tiene formas inteligentes de engañarte para que creas lo contrario.

Elegir alimentos que nos sacien y que sean cálidos y nutritivos es una estrategia para romper el hechizo de los alimentos reconfortantes. Otra es darse cuenta de que la comida es solo una forma de consuelo.

El calor en sí mismo puede ser una excelente fuente de confort, y he descubierto que las infusiones de hierbas son una forma fantástica de aliviar el estrés cuando parece que nada puede calentar mis huesos.

Tú eres el experto en lo que más te reconforta, pero no te dejes limitar por tu impulso inicial. Tal vez te tranquilicen los baños calientes, los libros de bolsillo o hablar con tu madre.

Recuerde que cuidarse a uno mismo incluye tanto atender sus necesidades actuales como prepararse para sentirse bien en el futuro. Eso puede implicar comida, o puede que no.

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